ESTE TEXTO NO ES MIO SINO DE ‘CATU’:
Y pienso en los padrinos de mi hijo, dos eminencias en pedagogía (con premios y todo lo demás).
Trabajan de febrero a diciembre. Y a mitad de enero, al día siguiente de que mi ahijado cumpliera los cinco, lo dejaron y se fueron a pasear por Europa.
Anteayer alguien le preguntó a mi amiga cómo estaba su hijo, y ella contestó: “Ahora que empezaron las clases, muy bien… Le faltaba estructura”.
(Con nuestra otra amiga -que conoce el paño- pensábamos: “Lo mal que la tenés que estar pasando en tu casa para desear ir a la escuela”.)
Cuando hay tanta desconexión o desamor parental, quiero creer que una empleada doméstica o una maestra en la escuela, tal vez puedan sacar las papas del fuego.
Aunque puede ser una reflexión válida, la del texto citado es otra, que se refiere a la poca contención, cariño que reciben los niños en su casa por el inmenente deseo de los mismos de ir al Colegio. Pero a su vez , aunque no sea el mismo orden de palabras, tiene relación a lo que se plantea. Claro, pensé que había leído mal. Algo de eso hay en lo planteado en la frase final.
Tenés razón, Criollita…
Evidentemente, la vida puede devenir una pesadilla también para los padres, solo que éstos -como plantea Juanito más abajo- son en definitiva los responsables del status quo.
Lo mal que lo pasan los progenitores con sus hijxs! eso también es evidente (El típico chiste de lxs padres festejando porque se acaban las vaciones). Es triste.
EL tema es que la escuela educa para que en la vida real lxs niñxs no puedan funcionar. Mejor dicho, funcionan sí. Pegados a la play, a la tablet, al celu..
así estamos
Ser madre/padre presentes es uno de los trabajos más arduos que existen, y es un trabajo donde no hay horario laboral y en el que la demanda es continua. La mayoría de los padres reconocemos que la escuela es un momento donde algo de esa exigencia se deposita en otro lado, y está bien que así sea, los niños necesitan sus espacios y los adultos también.
Ahora, muchísimos padres viven su paternidad/maternidad como un peso, no soportan a sus hijos, no juegan con ellos, los enchufan a los electrónicos para que no jodan, el 90% del tiempo los retan o les dan órdenes. En la relación con los hijos se pone mucho en juego la propia infancia, si jugaron con nosotros, si había alguien que disfrutaba de nuestra presencia en este mundo y no éramos sólo una obligación de los adultos a cargo.
Todos aquellos que planifican tener hijos deberían replantearse esto. El pibe no te pide nacer, si lo vas a traer al mundo, fijate en qué condiciones estás para afrontar lo que significa y requiere criar a un ser humano.
Una vez, hablando con una madre que despotricaba contra su hijo porque se portaba mal, me dijo “Me tiene que respetar, soy la madre, yo le di la vida”. Yo no le dije nada (el horno no estaba para bollos), pero pensé “Es exactamente a revés. El no te pidió nacer, es producto de tu deseo, y en un punto, de tu egoísmo, vos estás en deuda con él y sos la que debería hacerle la vida más fácil, no al revés”
No podría estar más de acuerdo, Juanito.
Te faltó agregar al muestrario a quienes quieren que el pibe se vuelva adulto a los dos años. O directamente consideran que el niño es un adulto, tal vez algo taradito, pero adulto al fin.
Y están los que se convierten en padres, pero no llegan nunca a ser adultos.
Lo único que se me ocurre, a modo de explicación (?) es que muchos padres (que no son precisamente los ABC1) vuelven quemados de trabajar en condiciones indignas y que -muchas veces- han mamado comentarios del tipo “Me debés la vida” y tampoco los han trascendido.
En el caso de mi amiga, estamos hablando de alguien que no tenía ni tiene ni tendrá jamás apremios económicos, como para precisar estar fuera de su casa todo el día. Que tiene más herramientas que vos y yo juntos, como me dijo alguien.
Fue mamá a los 40 y a los cuatro meses de parir -habiendo catequizado siempre sobre la importancia de amamantar- al pibe lo dejaba con el padre y la mamadera de Sancor, para ir a hacer gimnasia, como si le fuera la vida en eso (a mi amiga siempre le gustó tanto la actividad física como a mí me puede gustar destapar cámaras sépticas).
Una mujer que, a los seis meses del nacimiento, ya había vuelto a trabajar y -al año- dejó a su hijo en un jardincito Tribilín del barrio (me dijo, ofendidísima, que ella no tenía “tiempo” (sic) para ir a conocer ni una opción escolar. Sí lo ha tenido para las redes sociales.
Alguien me dijo la otra vez: “Es que la vida le queda grande” y me dejó pensando.
¿Acaso hay mucha diferencia con la rubia de la playa?
Por otro lado, y desde muy pequeño, mi ahijado ha recibido los golpes que recurrentemente le propina su padre con alcoholismo.
Los comentarios de la madre han sido del tipo (y transcribo uno textualmente): “Sí, igual también hay que ver hasta dónde una se mete en la relacion entre padre e hijo”.
Suficiente para mí.
Estamos hablando de una mujer que es una excelente persona, intachable, defensora de las causas LGBTQ y el feminismo, que va a las marchas del 24/3, que publica en su FB reclamos para que -de una vez por todas- se designe un defensor de menores… ¡y que pretende que un menor de tres o seis años “resuelva” sus asuntos con un adulto (donde sus “asuntos” refiere a agresión física y verbal despiadada por parte de un intelectual brillante, con alcoholismo, y que -encima- no es otro que su papá)!
¿A cuánto estamos del “¿Y vos qué hiciste?” de Mirtha?
Como no quiero ser cómplice, me comprometí conmigo misma a recurrir a la Justicia si es que vuelvo a presenciar una escena de violencia.
Disculpas por la lata, Juanito.
Esa es una flia super enferma la q describis. Y seguro stan criando un psicópata.