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EL LANPODCAST #46 ESTÁ DEDICADO AL MONUMENTO MÁS EFECTIVO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
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“Un monumento no conmemora, no honra algo que ocurrió, sino que susurra al oído del porvenir las sensaciones persistentes que encarnan el acontecimiento el sufrimiento eternamente renovado de los hombres, su protesta recreada, su lucha siempre retomada…” De mismo texto de G. D. y F. G. citado.
Me estremeció la noticia del turista asesinado en torno al cenotafio, precisamente por el lugar en donde sucedió. Acaso este hecho enseña la verdadera potencia y eficacia del monumento a los caídos. Pudo haberle otorgado al ladrón una “legítima licencia para matar a un extranjero”. No recuerdo la nacionalidad del turista caído, más sentido tendría que fuera un visitante inglés. Después de estas contemplaciones tomando café sentado en alguno de los bancos al costado del cenotafio, escribí el guión de un largometraje, donde el turista sería un caballero inglés. Cada vez que fui a entregarme a este ejercicio placentero y triste, entendía ese rincón cual cementerio. La muerte de todos nuestros soldados caídos, y la muerte de aquel turista tenían y tienen algo en común. Hace algunas semanas también comentaba en un post acerca de la situación actual de los homeless en Inglaterra sobre mi experiencia de dos años como okupa (squatter) en la ciudad de Londres, y como conllevaba la recurrente culpa por usurpar lo ajeno justificándolo en decirme a mi mismo “si los ingleses nos sacaron las islas de Malvinas porqué yo no puedo tomar por un tiempo una pequeña casa en su territorio”. Asimismo el ladrón que matò al turiste pudo haber encontrado cuestionables derechos para exterminar al extranjero sin asco. Tiene suficiente razón ser, aunque jamás dejará de ser un crimen. Me imagino al ladrón frente a la corte más siendo juzgado por homicida que por ladrón. “Pensé que era un inglés, y lo asesiné frente a la prueba de todos los compatriotas asesinados injustamente por los ingleses”, pudo haber alegado en su defensa. Guerras como estas y otras cosas, son heridas que en el tiempo nunca sanarán en la identidad e imaginario argentino, y que a la vez para muchos son constituyentes. Diego Maradona hizo un gol con la mano frente al seleccionado inglés y lo dejaron ser, muy lejos del cenotafio de los caídos, muchos años antes de que existiera. La deuda de la factura de la absurda guerra de las Malvinas nunca termina de ser pagada. El lunes pasado tuve la suerte de caminar alrededor del cenotafio. Pensé en todo aquello que fue debatido en este blog. Es interesante la contradicción de que yo haya gozado de una especie de necrofilia romántica y que al mismo tiempo haya expresado disgusto por el quiebre con la linea estética de la zona, mientras que sesión tras sesión con el olvido y la sanguinaria injusticia me sentaba a disfrutar de café y cigarrillos tratando de entender por qué.
Ahí en plaza San Martín estaban los cuarteles de los granaderos de San Martín