ESTE TEXTO NO ES MIO SINO DE SR. FEUDAL
La tercera temporada de la serie “Riviera” muestra (con ojo hollywoodense y factura europea) la gran pregunta que es esta bendita Argentina.
El libreto es medio traído de los pelos (no se entiende cómo la protagonista pasa de incendiar una colección de arte privada en la segunda temporada a ser una aguerrida defensora de causas nobles por sólo verse inmiscuida en el hurto de -a sus ojos- una bagatela.
Pero la selección de escenarios es una exquisitez; muestra como signos de interrogación de apertura y cierre al Palacio San Martín, Museo de Arte Decorativo, un Alvear Palace (por cierto definanciado comparado comparado con los hoteles de las temporadas anteriores) y Puerto Madero conteniendo la sintaxis de la pregunta con la Villa 31 -aunque bien cameada por el GCBA- y su (nuestra) sociedad, una RN con campos de siembra que intentan emular sin mucho éxito a sus primos intensivos europeos y un dique al punto del colapso.
Ya podríamos entender hacia donde se dirigieron los esfuerzos ministeriales de Avogadro; a menos que Julia Stiles como productora y protagonista de la serie haya incurrido en algún tipo de conflicto de intereses para la selección del libreto y por ende de la locación.
Pero lo mas relevante es ver cómo la serie muestra internacionalmente ese gran interrogante y la parodia de la alcurnia local: cómo está sociedad pasó de protagonizar las grandes ligas internacionales (con Victoria Ocampo y quizás con Amalia como última gran exponente) a la actual apenas sustentada por dinero -la mayor de las veces de dudoso origen gestado entre gallos y medianoches- derramado en política, matones y barras bravas.
Bien vale recordar que la serie es una ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, aunque mas de uno pueda asociar fragmentos de ella con la evolución de los negocios de Hugo Sigman.
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Igual si miras con fino ojo las actuales “ligas internacionales” tampoco es gran cosa
Comparar a Victoria Ocampo con Amalia (a pesar del recaudo del autor de ese bodrio de texto con ese “quizás”) es de un nivel de ignorancia sublime. Se ve que no sabe nada de Victoria, y mucho de Amalia.
No puedo estar más de acuerdo. Victoria fue una mujer extraordinaria.