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Creo estar, finalmente, entendiendo de qué viene el nuevo proyecto de registro del arte contemporaneo que está haciendo Su Señoría, el Juez Bruzzone en su cuenta de Instagram con una determinación y energía que deberían inspirar a más de unos de esos jóvenes con los que se cruza en los eventos. Por un lado, podría decirse que la nueva serie de videos en Instagram son su modo de redimirse de haber sido funcional a la exclusión e invisibilización de, al menos, dos genraciones de artistas argentinos que no entraban en los muy estrictos y angostos parametros que definieron el canon del arte argentina durante los 90s. Desde ya, este no fue un trabajo exclusivo de Bruzzone pero él coadyuvó a que se impusiera ese discurso hegemónico (el de Jorge Gumier Maier) como casi único criterio de validez.
Esta es una crítica que yo tambien vengo recibiendo en mi blog al dedicar mis reseñas y críticas, casi exclusivamente, a aquellos que participan de cierto círculo social. Sin embargo, hay que ser riguroso aquí porque es muy fácil que los prejuicios acaben llevandose puesto lo poco que hay. Cuando poso mi mirada critica no lo hago solo porque veo el sintoma de un momento enfermo de nuestra cultura (lo que sería morbo más que crítica de arte) sino que veo el intento más o menos efectivo de interactuar de acuerdo a un lenguaje artistico de acuerdo a los criterios del estado de la discusión artística en la contemporaneidad. En particular, me interesa el modo en el que ‘nuevos materiales artisticos’ como la amistad, el amor, la diferencia sexual, son formulados y desde ahí, mi critica se involucra en un debate ya existente que permite darle sentido. Sin embargo, hoy a la mañana ví un post en Facebook de mi querido Tinta Cruel que decia que sin técnica no hay arte. Eso en el siglo XIX. Hoy, no es, en absoluto así ya que de creerlo se cae en el manufacturismo de posiciones retrogradas y sinceramente indefendibles como la de Avelina Lesper, por dar un ejemplo. Ningun critico serio desde 1950 estaría de acuerdo con eso. Además, el problema con realizar una critica de la pintura como arte, en la segunda década del siglo XXI es que necesariamente queda acorralada en un rincon delimitado por dos vectores. El primero tiene que ver con el virtuosismo de la técnica como parametro del arte y el segundo con el contenido o, mejor dicho, con lo representado dentro de los límites de la pintura. Personalmente creo que en el siglo XXI, cuestiones de técnica y de contenido no son requisitos para que una obra sea una obra de arte. Es más, tienden a alejarla.
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Desde este punto de vista, la reseña a la instalación performática de Franco Basualdo que precede inmediatamente a esta ocurre (y esto a favor del artista) dentro de un contexto de interlocución posible en el que tanto el artista como el critico comparten un lenguaje que permite especificar una estrategia, para bien o para mal. Si bien no celebro la dirección conceptual de Basualdo ni el alcance de lo propuesto (atención con esta palabra!); la discusión ocurre dentro del ambito del arte y lo por el planteado es, indudablemente, arte. Sin embargo, cuando Bruzzone abre el plano y se va hacia la zona norte para mostranos lo que está pasando en materia artistica en ciertos grupos sociales, la experiencia se vuelve antropológicamente interesante ya que lo que acaba poniendose en cuestión es el criterio mediante el cual lo artistico puede ser considerado como tal.
En un bello día veraniego, vemos que un abnegado Bruzzone se apresta a mostrarnos un terreno de la zona de Pila en el que containers han sido convertidos en salas de exhibición, llamadas VVAA o algo por el estilo. Bruzzone no es bueno ni específico a la hora de incluir la información. Simplemente taggea. Al lector le pido que nunca se olvide de que Bruzzone es un juez de la Nación que de golpe pone el IPhone frente a tu cara y, sin pedir permiso ni firmar documento alguno con autorización para el uso de la imagen, convierte lo privado en publico, como por arte de magia. En esta ocasión, Su Señoría da un paso más allá y, perversamente, lleva a Margarita García Faure (curadora del evento) a un costado, la hace sentar en una pila de leña para él dejarla en esa posición, él pararse y desde arriba, despectivamente, apoyando su pie izquierdo en la pila como pisandola, ordenarle que se saque el barbijo (lo que, en un par de países, debe ser ilegal) y proceder a un interrogatorio. Sadismo artístico presentado como construcción productiva de archivo.
García Faure inmediatamente se revela como una ‘mami’ de zona norte. Con un solero colorado que no se ajusta a sus formas. Sin barbijo, le cuenta a Bruzzone que ella viene dando clases desde hace años y que, a partir de allí, realiza ejercicios curatoriales. La obra de Faure es anacrónica en su expresionismo aunque tambien usa unas telas doradas como gestos o la superficie del mar captada fotograficamente. Esta preocupación por la superficie del plano pictórico ni remite a la especificidad del medio como en el Expresionismo Abstracto norteamericano (de 1950!!!) ni a una cuestión representativa o de contenido. Hay cierto guiño al impresionismo pero con un giro expresivo lo que, en sí misma, es la formula para el desastre ya que en lugar de colocar su pincel como intermediación entre su retina y la tela (para registrar, de manera impresionista, el modo en le que percibe la luz), lo transforma en una antena sensible (espiritual?) que traduce la experiencia de la naturaleza en un gesto pictórico por obra y gracias de su interioridad. En otras palabras, el garabato encuentra justificación en lo que ella sintió en ese momento dentro de su ‘almita’. La pregunta de rigor es a quién puede interesarle lo que ella sienta en ese momento además de al marido? Obviamente, a nadie. Es por eso que en esos momentos, lo cool de ‘me gusta ser artista’ se transforma en la imposición violenta de ‘porque se canta y haber decidido que soy artista, te tiene necesariamente que interesar mi muy especial y especifica sensibilidad’. Una boludez atómica de una mami de zona norte pelotudeando con otras mamis y para peor intentando profesionalizar la pelotudez. En tanto actividad comunitaria y pseudo-terapeutica no está mal pero como arte, olvídalo.
Desde ya, esta curadora que, al mismo tiempo, es profesora de pintura tiene que tener algun tipo de credencial para hacer lo que hace ya que en la Argentina (y no sólo allí) nada tiende a ser porque sí. La respuesta no tarda en llegar en la entrevista y es que ella tiene un campo familiar en el que hace clínicas (para ‘mamis’). Pilar, Zona Norte, mamis, Bruzzone, containers y de pronto llegamos a la primera (y unica artista que toleré ver) que no solo no está presente (ya que vive en Houston, Texas) sino que sus obras ni siquiera fueron enviadas físicamente y tanto la artista como la curadora se contentan con mostrarlas en un videíto en loop dentro de uno de los containers. En este punto tenemos que recordar el sentido del modernismo (osea, de la pintura en los siglos XIX y XX y ni hablar en el presente) era que los objetos prometieran lo imposible que es que nuestro cuerpo recuperara su capacidad cognitiva mas allá de lo cerebral y lo ideatico. Curar una muestra de pintura en la que el objeto fisico no esta sino que lo que se muestra es un video que presenta de manera beyond kitsch las obras desde Texas reduce todo el ejercicio a una cuestión de contenido y de forma en tanto diseño. Vale decir que el diseño de los retratos incluídos, según la curadora, son ‘toda la gente que conoció en su vida’. I mean…. Por su parte, Bruzzone, tras escuchar la palabra Texas, muestra la hilacha y haciendo gala de cierta y sorprendente inseguridad reclama su lugar en el canon y dice: ‘Tiene que ir al Blanton’ por lo que si bien busca ampliar el espectro de lo que su lente muestra, cuando interviene lo hace para recordarle a quien lo quiera escuchar que lo único que vale realmente la pena es el arte que el colecciona y que fue incorporado por el curador de Phelps de Cisneros a dicho museo en Texas. Todo, con Bruzzone, tarde o temprano vuelve al Rojas y la camara nunca halaga sino que perversamente somete al que esta del otro lado a una suerte de maltrato velado disfrazado de afecto. J A T
Tu crítica, o más bien diagnóstico de estás estupideces es lo único de valor que queda. Pero, vale la pena que tu talento se detenga en esto? Gracias!
Rodrigo: Estoy de acuerdo contigo en qué la (buena) manufactura no es ya pre-requisito para la obra de arte (visual). Pero porqué continúa siendo lo para la música o la literatura? La pregunta no me deja dormir.
Para la música tampoco ha sido jamás un prerequisito, salvo ámbitos específicos como una orquesta sinfónica, por poner un ejemplo.
Hay géneros enteros caracterizados fuertemente por haberle restado importancia a la ejecución como el punk o el reggae, y ni hablar de artistas clave de la historia reconocidos por carencias técnicas desde la voz de Dylan a la guitarra de Kurt Cobain.
Y eso hablando solamente de música popular. Que hoy estemos bajo los efectos de la dictadura de la sobre-postproducción musical es otra discusión.
Yo pienso que en hay en la literatura una cuestión que la hace mucho más transparente o democrática, y es el hecho de que el lenguaje es una herramienta que prácticamente todos manejamos, mal que mal, y al usarlo se tienen que respetar algunas convenciones,
En las artes visuales hoy, uno encerrado en su propio raviol puedo hacer cualquier sarasa y a la larga va a recurrir a la palabra (al final siempre sucede) para justificarlo, explicarlo, darle un marco, o lo que sea… La pintura hasta la modernidad siempre se apoyó en la literatura; los temas, que se repiten a lo largo de la historia son sacados de la biblia, de las mitos griegos, y no necesitó de tanta explicación…. Los temas estaban dados, la técnica era lo que valía… Eso ya no sucede, de hecho, pareciera ser al revés.
El menosprecio por la meritocracia espero que solo sea un síntoma de la enfermedad social. Sin técnica tal vez haya arte pero no pintura.
Un tsunami desde el rio de la plata es la única solución
Por un lado la crisis no es tanto de la pintura y su anacronismo, sino de su discurso critico. Hay mucho material teorico sobre Politica, y genero etc , lo que de algun modo facilita hablar sobre otras manifestaciones artisticas, a eso sumarle la imposibilidad de experimentar la presencia fisica de objetos en la epoca de covid, y quizas en el futuro.
Por el otro, creo que el verdadero problema es seguir hablando de medios claramente diferenciados. Cuando un píntor se muestra en redes, en youtube, instagram, pone sus pinturas en un containers en el medio de una quinta, se complica el “especificar el medio”.
El posmodernismo estetico, es casi imposible de evadir en la sociedad del espectaculo. Mas si sos pintor y te agarra bruzzone.
No hay marco que aguante.
o sea, si la pintora en cuestion logra vender su obra, seria muy ingenuo pensar que solo se debe al objeto en si. Si tiene exito, es mas como performer que como pintor, la obra como un resultado residual de sus acciones en el espacio social.
Al igual que basualdo, si bien la tecnica no es importante. Es dificil considerarlo solo un performer, tenemos una escultura con una fuerte carga semantica lo cual borra de nuevo los limites.
perdon, quise decir el discurso critico sobre la pintura
El último gran hecho artistico me pareció el de las bolsas rellenas emulando cadáveres del.otro día. Digno acto performico artístico. Pero se perdió la importancia de los simbolos, terminan haciendo unos militantes políticos el arte que no hacen los artistas, ya q vamos a carecer de técnica y contenido en el arte, al menos podría preservarse el gran hecho de interpelar a la sociedad.
Pero hoy se habla de lo chocante que fue, pues bueno esa incomodidad tendría q estar generando el arte en estos momentos.
Pero no, no se exige ni técnica, ni contenido, ni interpelación, ni incomodidad…el arte actual es laborterapia…
La señora del video no se vende como artista, su emprendimiento comercial es la docencia, como bien dice el entrevistador.
Cuántos temas juntos ! Estamos en una época en la que cualquiera, como Bruzzone, por alcanzar cierto nivel de circulación y coleccionar obra, comienza a ser tratado como una autoridad, y lo peor es que se termina creyendo lo que vende. Así, ciertos coleccionistas han terminado de autoridades de fundaciones, como si tuvieran mucho que aportar al mundo del arte (cuando en realidad están ahí para beneficiarse ellos).
El tema de la pintura y la técnica me parece una discusión decimonónica. Pero todavía hay mucha gente para quienes la “verdadera pintura” es la ligada al arte representativo (y si es hiperrealista genera admiración).
En el otro extremo están esos talleres de “mamis” a quienes les dicen sólo que “se dejen fluir”, y así resultan obras con varias manchas o rayas y juegos de colores, y la “mami” se cree Rothko, de Kooning o Newman