ESTE TEXTO NO ES MIO SINO DE LJO
Estudié en una facultad de comunicación que tenía un área de cine bastante desarrollada y con premios importantes en su haber, lo que hay que matizarse teniendo en cuenta que queda en un país latinoamericano, lleno de desigualdades de todo tipo, gracias a las inequidades de la relación entre centro periferia, o sea allí nadie había salido para hacerse famoso en Hollywood, pero los trabajos de los ex alumnos sí circulaban por festivales importantes y hasta accedían a fondos de coproducción. Hace unos años salió una camada que ganó premios en Cannes y Berlín. Todo esto para contextualizar que cuando veíamos escritura periodística o de guion ya nuestros profesores nos marcaban un hecho: el arte siempre usa de alguna manera personas vivas para hablar de… Sean tus modelos de fotografía o pintura, sean los actores de un hecho que vas a reseñar, sean los actores de tus trabajos, etcétera. Desde el principio nos dijeron que nos bajáramos de la pretensión positivista de que somos observadores pasivos de aquello que vamos a describir. No, siempre hay interacción y en esa interacción se modifica el objeto-sujeto de la observación, pero también el autor-realizador-observador cambia. Eso que fuimos a mirar ya nunca volverá a ser visto de la misma manera, ni se mirará a sí mismo cómo se miraba antes. No nos daban un manual de ética, sólo nos decían: sean conscientes del costo de lo que prometen, porque cuando alguien se siente utilizado se los recordará toda la vida. Y vaya que pasaba, desde encontrarnos en la universidad a algún habitante de la calle que le pedía plata a algún profesor o compañero que había hecho un documental sobre su vida. O que el líder comunitario de la vereda x se sintiera ofendido porque fue actor natural en una película que giró por el mundo y eso no le trajo beneficio alguno a su comunidad. Es más, no entendía por qué el director se la pasaba viajando a festivales, mientras él sólo había ido a uno. En su cabeza no cabía que el director era el centro de la obra y no él que era cuya historia se contaba. Todo esto para decir que lo que pasa con Andrésen no es nuevo. Siempre ha sido una discusión, especialmente en el mundo del arte y el del periodismo, que muchos no ven como arte, pero se nutre de muchas disciplinas artísticas. La gente espera que ser protagonista de una obra le cambie la vida para bien y eso no ocurre siempre y no siempre es culpa exclusiva del medio. Hay gente, precisamente, cuyo valor etnográfico o artístico es que su vida es un desastre y por eso sirven para hablar de… Suena horrible, pero los artistas no son trabajadores sociales. Su propósito es crear una obra, no resolver lo que está mal en una vida. Eso también nos lleva al debate del utilitarismo, pero sin utilitarismo no existirían muchas obras. Todo el tiempo se está jugando con los límites. Me acuerdo también de un debate que aparecía mucho en las clases de periodismo, en las de cine y en las de etnografía (era una escuela muy particular, con un enfoque sociológico-artístico), sobre hasta dónde te puedes comprometer en mostrar una visión positiva del sujeto que retratas, entrevistas u observas. Desde un punto de vista ético, debes tratar con respeto a esa persona en el momento de recolectar la información o realizar la obra, pero si intentas que tu obra quede bien con esa persona, la obra pierde verdad. Por eso nos decían: no te comprometas a mostrar tu obra antes de ser divulgada y mucho menos a cambiarla a pedido del sujeto de la observación. Es muy probable que esa negación te cueste la relación con esa persona, pero tú no trabajas para él. En la interacción capaz descubras cosas muy molestas y si tu intención es mostrar una reflexión profunda y sensible sobre un tema, esas cosas se deben quedar. Vaya, ése es el dilema de todos los que hacen investigaciones en el campo, así que no son debates sólo del mundo del arte. Cuando produces una obra concreta sobre una persona real hay consecuencias a futuro, ya sea por lo que esa persona esperaba que pasase en su vida a partir de esa obra o por lo que muestras sobre ella. Ahora, sobre el caso del documental, en un punto los directores están haciendo con Andrésen lo mismo que ya había hecho Visconti, o sea lo están usando para hablar de… Y en ese hablar de no le van a dar una vida mejor, salvo que se carguen sobre sus hombros velar por el bienestar de Andrésen y eso también plantea debates éticos.
Sobre todo esto, hay un caso muy parecido, sólo que este director no habla sobre la belleza, habla sobre la miseria y la violencia. Su nombre es Víctor Gaviria. Las películas de Víctor suceden en la Medellín de los sicarios. Trabaja con actores naturales, muchos de ellos niños, mostrando sus duras condiciones de vida y la violencia que viven. A Víctor siempre le reclaman que mientras él muestra sus películas en Cannes, los protagonistas de sus películas termina muertos o en la cárcel, siendo este último caso el de la protagonista de la Vendedora de Rosas, Lady Tabares. Lady llegó a ir a Cannes, estuvo de gira por todo tipo de medios e incluso intentó una carrera como actriz, pero siempre la llamaban para hacer personajes parecidos a ella misma. No tenía el fenotipo que buscaban en las telenovelas. Con los años terminó participando en el secuestro y posterior asesinato de un taxista. El otro protagonista de esa película fue asesinado algún tiempo después de la filmación, se llamaba El Zarco. Tanto en el relato de Lady, como en el de los familiares de El Zarco, siempre aparece el mismo reclamo: nos prometieron tantas cosas y nunca nos cumplieron. Ni idea qué prometieron Víctor Gaviria y sus productores, pero es otro ejemplo de la misma discusión: protagonizar una película no necesariamente es el inicio de un futuro brillante y cuando ese futuro brillante no pasa, siempre hay que preguntarse ¿Habría sido distinto sin la película? ¿Sin la obra en cuestión?
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El “utilitarismo” como teoría ética, tiene mala prensa porque es mal estudiado.
Brevemente, se hace un cálculo de opciones eligiendo la mejor opción dentro de un cuadro de probabilidades para obtener ” la mayor felicidad para la mayor cantidad de personas”.
Por otra parte no creo que el arte se guíe por una teoría ética, tiene otros criterios que no deben solaparse porque son campos distintos la ética de la estética.
Tampoco son campos opuestos, sino que exigen una mirada multidisciplinar transversal, como el comentario de RC.
Finalmente, salvo esta pequeña divergencia, concuerdo con lo expresado por LO O.
Saludos
Creo que el puntu de esto está en el paratexto de ciertas obras que se sostienen en discursos sociales x fuera de la producción o factura estética (la peli, el cuadro, el libro). Si vos auspicias la obra en un ética y esa ética entra en jaque con los posterior devenir de las acciones del autor ahí hay mambo y contradicción. Si pretendes sostener tu obra como una ventana exclamativa de las gramáticas del poder y después utilizas dichas gramáticas en pos de beneficios personales el autor es un garca… Al menos dividí las ganancias y distribuí tus beneficios de clase y las regalías. Sino no te presentes como el che del cine. El cine arte elitista x excelencia.
Disculpame Paola, pero creo que introducis un término en mi comentario que yo no hice y es el “económico”; digo esto en razón a cómo concluye tu razonamiento.
Nuevamente repito que el “utilitarismo” es una teoría ética más no económica y por eso habla del valor “felicidad” que no tiene un quantum monetario. Podes argumentar que si lo tiene ya que si sucediera un accidente y deviniera un muerto; la justicia declararía un culpable y este tendría que pagar un “valor” y es cuando se pasa de un punto cualitativo a uno cuantitativo; tema bastante discutido y de la cual hay variada literatura y no se encuentra una posición mayoritaria al respecto.
Me parece que la cuestión debatida no es una cuestión económica y para la cual no estoy de acuerdo con tu último razonamiento porque quien hace el análisis de coste-beneficio es el productor; director del film -no los actores-; consecuentemente en esa línea, nada debe compartir: ni ganancias y menos aun socializar pérdidas.
Vuelvo a mi punto sobre el utilitarismo y el pobrísimo concepto que de él hice (y que aquí se trata de hablar y no de dar una clase magistral) y volviendo establecí el valor “felicidad” y si la obra produce una mayor felicidad para la mayor cantidad de personas: entonces si, el autor es un utilitarista desde el punto de vista moral.
Tampoco comparto que el cine sea un tipo de “arte elitista” por excelencia, para ello cito el siguiente link: http://desdeelbalcon.com.ar/pablo-cesar-i-los-ojos-de-argentina-en-africa/
Además me pregunto y pregunto ¿se dirigen los habitantes banlieue parisina -magrebies; vietnamitas; franceses white trash- al Louvre a admirar y quedarse extasiado con la Mona Lisa de Leonardo? No. Porque carecen de cultura.
Y este último tema (muy complejo); es otro cuento que lo dejo para otro momento.
Ay perdón no era para vos mi respuesta sino para el autor de este post. 😉
Entiendo lo que planteas, pero toda obra, sin importar el discurso político que desarrolle el autor o su rentabilidad económica, utiliza a la gente y eso genera consecuencias en la vida de esa gente. Es decir, sea Michael Bay u Oliver Stone, Visconti o Kenneth Loach, los sujetos que ese autor usa para hablar se exponen a la misma situación, independientemente si en las dinámicas de la realización hubo abuso de poder o no y eso se contradice o no con el discurso de la obra o del autor. En el arte siempre hay utilitarismo cuando expones al ojo público a quien antes no tenía esa exposición y lo que estoy diciendo es que las consecuencias de esa exposición escapan al propio autor. Estoy diciendo que esto es un problema intrínseco al ejercicio de ciertas disciplinas y no sólo el resultado de las acciones de un perverso o un garca, como parece ser la mirada sobre el caso de Andrésen. Al final, tanto Visconti, como los directores del documental, usan a Andrésen para hablar de un tema que los interpela. Hay utilitarismo en ambos casos, independientemente del tipo de relación que entablan con él. La cuestión es: todo artista (o periodista o etnógrafo) tiene que ser consciente de que le pueden hacer reclamos parecidos, aunque sus obras no lleguen al nivel de las de Visconti, ni en sus propios actos o el modo de realización haya algo reprobable. Simplemente le pueden hacer reclamos parecidos porque la obra siempre genera efectos sobre los protagonistas de la misma que el autor no puede controlar.
“Argentina es uno de los pocos países, con presencia internacional en el circuito del arte que no reconoce el Derecho de Participación, o Droit de Suite. Este derecho les asigna a los artistas plásticos, grabadores, escultores, ilustradores, etc., un porcentaje sobre las segundas y sucesivas ventas de sus obras.”
https://www.clarin.com/revista-enie/perjudicados-doble-dano_0_tCnBLN7kJ.html
Y el utilitarismo? JSM revolcándose en su tumba
Los que ganan premios acá, y en cualquier lugar del mundo suelen ser (Salvo en contadas excepciones) son subsidiados por el estado (Hollywood es quien más recibe a nivel global como si no supiera del poder dol ‘soft power’ ideológico que ellos mismos crearon como ‘arma’ de destrucción de cabezas por Naturaleza), generalmente para generar ideología acorde al relato partidario de turno, con cierto dejo de ‘sensibilidad social’ o ‘costumbrista’ según el relato creado de cada fuerza política, ‘progre’ o ‘conservadora’ respecto, y mayormente un subsidio millonario acordado por algún ‘contacto’, vía universitario, familiar o de amistad, o x el ‘vamo y vamo’.
Ese discurso del ‘cinearte social’, no difiere mucho con las fotos en Instagram con sus ‘amigos negros’ en NY a los 3 días de llegar a la ciudad.
Comparar el Visconti del 70, con este circuito de acomodos de militancia festivalera ‘utilitarista’ local o internacional, es como comparar un diamante de con un carbón de rio turbio en tiempos del turco, que sería interesante que volviera del más allá para ver cómo aprendieron sus discípulos gobernantes actuales (presidente y vice), que hoy todos niegan, y en sus tiempos fueron sus mejores aliados y alumnos por cierto.
https://youtu.be/bs03HDPrEcw
Saludos…
PD: Demasiada culpa de clase no asumida hizo estragos los últimos 30 años. La última que creo algo interesante y lo hizo de su bolsillo, y criticando su propia vida y su propia clase, fue la gran María Luisa Bemberg, a la que todos los festivaleros desprecian por millonaria (como si muchos de ellos no lo fueran luego de su paso x el INCAA (sumar es un ejemplo de eso), pero paradójicamentea su vez los impuestos que ella pagaba por sus empresas, les pagaba Miles de subsidios a las ‘obras utilitaristas sociales’ que dirigían sus detractores.
Pampita embarazada, con covid, trabajando hasta horas antes de parir, y volviendo al jurado dos semanas despues del parto, es ejemplo de utilitarismo o mujer fuerte?
https://www.youtube.com/watch?v=23GSF7l8bkE
Es ejemplo de adicción a las cámaras.
Pampita es una hija de puta.
Si partimos de la definición que el “utilitarismo” es una teoría ética que pretende la mayor felicidad para la mayor cantidad de personas; ella lo que pretende no es eso, sino “su” felicidad .
Lo que la hace una mujer carente de empatía, una narcisista, una persona que no se detiene en el pedido del otro. En este caso, de su recién nacida hija, creo que Ana.
Por eso digo que es una hija de puta.
El problema se centra en su comportamiento como tal y no si es tacaña o ávida de dinero o fama, siguiendo siempre al utilitarismo ético.