Un tema que me marcó profundamente el pasado mes fue la muerte de Gaby, mi primer novio. La muerte suele ser un evento que dispara una serie de rituales que, en principio, están orientados a recordar al que se fue o hacer un espacio para evitar los sentimientos improductivos. Freud dice que es necesario hacer lugar al muerto como ido para poder aceptar su partida porque en caso contrario se cae en la melancolía que, para el psicoanálisis es lo peor que te puede pasar. Pero si la muerte de Gaby me marcó en tanto que se fue y por mas que me esfuerce no puedo imaginarme su cuerpo muerto en un cajón, lo que me acabó empujando fue el género literario de anecdota que su muerte adquirió. De pronto, alguien tan importante en mi vida, desapareció como un post de este blog, dejando a un novio cuya sociedad le impone modos ajenos de hacer el luto. Lo de Facebook es el obituario de las clases bajas, de los que no tienen instituciones y familias consolidadas que hablen por nosotros. En este orden capitalista hay muertes que vale menos la pena llorar o, mejor dicho, que se lloran más expeditivamente que otras.
El quiebre de la comunidad homosexual se notó en nuestra fragmentariedad y en un momento clave, falta de solidaridad. La relación con Gaby era muy específica y parcial al punto que en los momentos que había que atar cabos de quien era quien, nuevamente, y sin siquiera darse cuenta, su viudo me preguntó si yo era aquel primer novio “el que se fue a Inglaterra y se agarró SIDA’. Mi mamá lo había visto como parte de mi enfermedad y él vio mi alejamiento de él como la otra, de peor prensa. Los amigos que dejaban sus testimonios en Facebook solo podían relacionarse a través del yo-ismo. Nadie dijo nada de Gaby en tercera persona como si algunas vidas no dejaran obra, por mínima que sea. Y la primera persona aparecía fragmentada. Allí ellos sólo pudieron relacionarse a traves del sentimiento personal generado a partir de una parte de la vida de Gaby. Estaba el que jugaba al fútbol, el que no lo veía hacía rato dando la impresión de que lo había abandonado en las malas y encontraba en su testimonio/obituario una oportunidad para lavar sus responsabilidad en el abandono. Y después estuvo Diego, lector de este blog, que se apropió del dolor como si fuera una Madre de Plaza de Mayo. Lo institucionalizó y punto: en su caso el dolor era tan paralizante que no podía ni siquiera dignarse a hablar conmigo para confirmar la muerte. Fue significativo que la que me avisó de la muerte en la segundas hora del dia de mi cumpleaños mientras yo estaba con mi amiga Carola y su familia en Suecia no fue un miembro de esa no-comunidad sino mi amiga Jessica Stites, desde Canada, que de casualidad se topó con no quiso hablar conmigo porque no podía tolerar el dolor. En realidad, en el caso de él, habían tenido una pelea tras haber sido buenos amigos y en su reacción se mezcló la culpa y el narcisismo pero el resultado fue que no le importó romper la cadena de solidaridad que todo muerto necesita para poder ser recordado, sobretodo cuando la familia no es la unidad que vincula.
El Covid dejó muy en claro los principios Lemebelianos de que la relacion entre centro y periferia lejos de disolverse postestructuralmente a lo Pio Torroja se había actualizado como la diferencia entre los que tenian vacunas a tiempo y sobrevivía y los que no y morían. En materia de funerales, el funeral de un pobre en Inglaterra me lloqueó por su dignidad. El cuerpo se mantiene durante dos semanas, la ceremonia tiene a diferentes miembros de la familia compartiendo imagenes en pantallas LED y haciendo lo que un ser humano necesita hacer que es reconocer que su lugar en la tierra es un privilegio que debe ser respetado como tal. En Argentina, desde la enfermedad del anciano hasta su muerte se desata el veneno de la grieta entre mestizos cabecitas y criollos descendientes de Europeos que fiel a las estrategias del Taquiongoy pero eticamente deformadas, usan ese momento de dolor para vengar las injusticias perpetradas por la otrora reaccionaria clase media argentina. Digo otrora porque hoy hasta los pobre son reaccionarios. Nada, eso.
Estoy viviendo algo muy parecido a lo que decis, ni hablar que ya no existe estar de luto. Perdés a alguien y tenes q salir con frases motivadoras y arrancar cerámica, zumba si no sos un bajoooon!
Rapidito hay q vaciar placard, casa, corazón…
El mismo valor que le estamos dando a la vida, es el q tiene la muerte…berreta todo…berretismo a la n en los vinculos, en la comunicación…
El desaparecer de una persona es profundisimo como para q solo se asocie con la experiencia particular de cada uno que lo conoció
Nadie quiere sufrir, eso pienso yo, por eso esa distancia, superficialidad, negación y frialdad
Eugenia: cada quien hace lo que puede con la muerte.
Antes estábamos de velorio varios días. Ahora nadie se banca la angustia,
El discurso de autoayuda tiene que ver con eso.
No es el velorio lo angustiante sino la perdida y el velorio un paliativo para digrir el shock No debemos confundir los efectos con las causas
Cosificación; distancia y aislamiento social; criminalización del contacto humano; el numerito oficial de muertos durante dos años todos los días en los medios como si fuera el pronóstico del tiempo; bolsas negras y nada de velatorios para todos los que supuestamente lo engrosaron.
Qué otro resultado esperaban??…
Y recalco lo de “supuestamente” porque hoy ya está claro que anotaron hasta a Walt Disney…
Saludos
No se como podes hablar asi de Argentina cuando hace años no vivis aca ni venis de visita.
Noto un ego atroz de Cañete en todo lo que hace.
Tal vez siga creyendo que todo gira alrededor de él.
No nena, así no.
cañete, creo que tu nueva o vieja fuente de narcisismo es la victimización
K-nyet dice que la vieja Sajonia-Coburgo-Gotttha con todas las vakunas del orrrto nunca se va a agarrar Coof!d.
Relajate neno.
No es el velorio lo angustiante sino la perdida y el velorio un paliativo para digrir el shock No debemos confundir los efectos con las causas
Lo que no entiendo, y sin animos de tirar mierda a Cañete…es, porque la gente tenia que informarle a el la muerte del ex? Claramente si te enteras de la muerte de un ex de parte de una amiga de la tia del vecino del diarero…muy unidos no eran, o por lo menos no estabas en los next of kin a la hora de comunicarte la muerte.
Tambien note cierto narcisismo en el post, a ver este es SU blog, y tambien habla de SU vida, hay cierta cuota narcisista, es esperable y aceptable, pero me hace ruido el cuasi “como no me avisaron a mi??? No saben quien soy” como que se le debe cierta pleitesia y no… y mas si es un ex, al menos que sea alguien con quien hablas diariamente, queda lamentablemente enteraremos al lado de un aviso de Marketplace en FB, hubiese sido diferente enterarse por medio de los avisos fúnebres de La Nacion?
Todos lidiamos con la muerte como podemos, para muchos, el duelo es un tramite porque es la manera de lidiar con la cabeza de uno, si nos ponemos hacer el duelo necesario, no todos tenemos el lujo de tener una psiquis preparada para estar cual en la epoca victoriana de duelo y negro 6 meses…
Es una cagada la muerte de alguien querido, pero al menos que se hayan dejado instrucciones específicas, por flia directa (o amigos MUY cercanos) nos toca enterarnos como toca y como viene…sad but true