Tras casi siete años, volví, por algo más de una semana a Buenos Aires. Los cambios de la era identitaria y el paso del neoliberalismo macrista fueron la gran diferencia con la ciudad que dejé allá en el tiempo. Esto se ve en tres aspectos. En primer lugar, la endogámica e inversamente racista inmigración venezolana, tolerada por los porteños sólamente a partir de la mezcla de confusión y sentido de superioridad natural heredado que nos caracteriza. Segundo, por la oscilación entre desafección e indiferencia respecto de la política y la dirigencia política, respectivamente. Por último, la homosexualización de la sociedad como modo de comunicación y supervivencia.
En el país del revés, lo gay no es una causa para la persecución sino, muy por el contrario, un refugio para privilegiados. Resulta increíble que nadie haya hecho mencion hasta ahora del romance lésbico mas relevante de los últimos veinticinco años: el de Agustina Macri y Florencia Kirchner. Por surrealista que parezca, es real o, al menos, lo real que sus protagonistas pueden permitirse y valga el caveat de que soy un fan (y esto lo digo de corazón) de Florencia Kirchner, uno de los personajes mas adorables de la historia cultural argentina cuya presencia solitaria en redes sociales (y recuerden esto) podría opacar en relevancia cultural a su autoritaria y patriarcal madre. La pregunta es, entonces, doble: En qué radica su amor y, más importante aún, por qué el lesbianismo es tan popular en la ciudad del Ni Una Menos? La respuesta es simple y, al mismo tiempo, no tan simple. El odio a los hombres o, más específicamente, al hombre argentino combinado con una muy peligrosa cruza de atomización neoliberal y androginia.
Algunos hitos históricos que pueden ayudarnos a poner en perspectiva la cuestión de género en la Argentina y que quiero desarrollar en este blog durante los proximos dias para, desde ahi, abordar una cuestión fundamental que es la opción de tres (y ya se que somos todos bisexuales pero son, básicamente) homosexuales para la Presidencia de la Nación. Esos hitos son: la fascinación por la literatura de Jorge Luis Borges y el rol de Maria Kodama (su fad hag japonesa); la violencia doméstica femenina de la que nadie habla; la histórica repulsion por el sexo (que, en sí mismo, aburre, salvo que se use como herramienta de conocimiento y liberación) y la domesticación Macrist0-Kirchnerista de la homosexualidad y la marginalidad. En esto último, está, según entiendo, la punta del ovillo que hace de la Argentina un caso único en materia de género. Comencemos por la relación entre integralismo católico, castidad, odio al sexo y fascinación por Borges quien no se cogía a Kodama y se le caía la baba por su amiguito. Eso en el proximo post. Stay tuned. All Rights Reserved 2023.
CURSO DE VANGUARDIAs minoritarias comienza el proximo jueves 9